Preface: Vancouver and Beyond: Reflection and Revision on Women, Peace and Security ; Preface: Vancouver y más allá: Reflexión y revisión del plan sobre Mujeres, Paz y Seguridad ; Preface: Vancouver et au-delà : réflexion et révision sur les femmes, la paix et la sécurité
Clare Hutchinson is the NATO Special Representative for Women, Peace and SecurityOn 31 October 2000, the United Nations Security Council unanimously adopted Resolution 1325 on Women, Peace and Security. For the first time in the history of the United Nations, women's concerns in relation to peace and security were formally discussed and acknowledged within the Security Council. Resolution 1325 recognises the disproportionate and unique impact of armed conflict on women and stresses the need for full participation of women as active agents in peace and security.Building on the earlier UN Security Council resolutions on Children and Armed Conflict and Protection of Civilians, UNSCR 1325 was revolutionary, bringing to global attention the disproportionate impact of conflict on women and girls. UNSCR 1325 is a political and operational tool that has changed the conceptualisation of security and reframed the issue of women's rights within this space. Its 3 pillars of prevention, protection and participation remain the bedrock of WPS and, as such, demand that all actors recognize the different impact of armed conflict on women and girls is something for which the global community can find concrete remedies with and for women.As the UN WPS resolutions have evolved[1] and grown in stature and number, so has the recognition that so-called 'marginal' actors such as women are no longer on the periphery. The Women, Peace and Security agenda collectively recognises that women are not only victims in conflict; often subject to heinous brutality and marginalized politically and economically, but they also make up to 30% of combatants in many conflicts and are sometimes actively engaged in terrorist organisations. The role of women in conflict, like that of men, is complex and layered and a gender lens needs to be applied to the entire cycle of conflict without preconceptions.In November 2017, Canada launched 'The Vancouver Principles on Peacekeeping and the Prevention of the Recruitment and Use of Child Soldiers'. The 'Principles' are a set of 17 political commitments focused on child protection in peacekeeping, but also specifically recognise the contribution of women to peacekeeping and the critical roles women can play in the protection of children.Over the last few years the attention to the lack of women in peace operations has become central. Discussions, initiatives and activities have increased in volume in their focus on gender parity and increasing the number of women, for both uniformed and civilian peacekeepers.For international organisations, including NATO, this has propelled a call for increased attention to the recruitment and retention of women in national forces, as a basis of operational effectiveness. The UN 2028 target for women serving in military contingents is 15%. Currently, NATO is ahead of the global average, with women making up 12% of NATO forces. However, more needs to be done. NATO's strategy has been to encourage our nations to dismantle barriers standing in the way of the full participation of women in the Alliance and national forces. We will continue to push and encourage the deployment of women, not because they are women to match targets, but because they have a right to contribute to the service of their nation and NATO.We should, however, be cautious about resting the efficacy of the agenda on parity alone. While greater diversity and a broadened skillset can be linked to better decision‐making, planning and results - numbers are not enough. It is only in balancing the issues of parity and participation, that equality can be efficiently and effectively actioned.The Vancouver Principles highlight the 'distinct and critical roles of both men and women in the protection of children and the prevention of the recruitment and use of child soldiers'[2]. Yet, we do need to be cautious about making assumptions women are innately suited to protection of children tasks – assumptions that are both inaccurate and dangerously essentialist. Where attention needs to be placed is in the gendering of responses to child protection. To what extent can gender perspectives enhance the political framework on children and armed conflict and the operational response to prevention and protection?Vancouver Principle 11 provides an important political foundation from which to move forward. As we forge a path towards the next twenty years, we must all continue to do our part, to strengthen both parity and participation, to secure a lasting peace for all.[1] There are currently ten United Nations Security Council resolutions on WPS, UNSCRS 1325 (2000), 1820 (2008), 1888(2009) 1889 (2009), 1960 (2010), 2106 (2013), 2122 (2013), 2242 (2015), 2467 (2019), 2493 (2019) [2] The Vancouver Principles on Peacekeeping and the Prevention of the Recruitment and Use of Child Soldiers 2017 ; Clare Hutchinson es la Representante especial de la OTAN sobre Mujeres, Paz y SeguridadEl 31 de octubre de 2000, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas adoptó de manera unánime la Resolución 1325 sobre Mujeres, Paz y Seguridad (MPS). Por primera vez en la historia de las Naciones Unidas, las inquietudes de las mujeres respecto a la paz y la seguridad fueron debatidas y reconocidas formalmente en el Consejo de Seguridad. La Resolución 1325 reconoce el impacto único y desproporcionado del conflicto armado en las mujeres y enfatiza la necesidad de que las mujeres participen de manera integral como agentes activos para el mantenimiento de la paz y la seguridad.Con base en resoluciones anteriores del Consejo de Seguridad de la ONU sobre Niños y conflicto armado, y sobre Protección de civiles, la Resolución 1325 fue revolucionaria, pues atrajo la atención mundial sobre el impacto desproporcionado de los conflictos en mujeres y niñas. La Resolución 1325 es una herramienta política y operacional que ha modificado la conceptualización de la seguridad y replanteado el tema de los derechos de las mujeres en este ámbito. Sus tres pilares de prevención, protección y participación siguen siendo la base de MPS y, como tales, exigen que todos los actores reconozcan que el impacto diferente de los conflictos armados en mujeres y niñas es un problema que la comunidad mundial puede resolver mediante medidas concretas con y para las mujeres.A medida que las resoluciones sobre MPS de la ONU evolucionan[1] y crecen en envergadura y número, también lo hace el reconocimiento de que los famosos actores "marginales", como las mujeres, ya no se encuentran segregados. El plan sobre Mujeres, Paz y Seguridad reconoce de manera colectiva que las mujeres no son solo víctimas en un conflicto; a menudo sufren brutalidades abominables y son marginadas tanto política como económicamente, pero también representan hasta el 30% de los combatientes en numerosos conflictos y a veces participan de manera activa en organizaciones terroristas. El rol de las mujeres en un conflicto, al igual que el de los hombres, es complejo y matizado, por lo que es necesario abordar desde una perspectiva de género el ciclo completo del conflicto sin ideas preconcebidas.En noviembre de 2017, Canadá publicó "Los Principios de Vancouver sobre Mantenimiento de la Paz y Prevención del Reclutamiento y Uso de Niños Soldados". Los "Principios" son un conjunto de 17 compromisos políticos focalizados en la protección infantil durante misiones de paz, pero también reconocen específicamente la contribución de las mujeres en el mantenimiento de la paz y los roles críticos que pueden desempeñar en la protección infantil.Durante los últimos años, la ausensia de mujeres en misiones de paz se ha convertido en un tema de análisis fundamental. Los debates, las iniciativas y las actividades han reforzado su enfoque en la igualdad de género y aumentado las cifras de mujeres como pacificadoras uniformadas y civiles.Para las organizaciones internacionales, incluida la OTAN, esto ha llevado a solicitar una mayor atención en el reclutamiento y retención de mujeres en fuerzas nacionales con el objetivo de promover la eficacia operativa. El objetivo 2028 de la ONU para las mujeres que prestan servicio en contingentes militares es del 15 %. Actualmente, la OTAN se encuentra por sobre el promedio mundial, con una representación de mujeres del 12 % en sus fuerzas. Sin embargo, aún queda mucho por hacer. La estrategia de la OTAN ha sido animar a nuestros países a derribar las barreras que impiden la participación integral de mujeres en la Alianza y en las fuerzas nacionales. Seguiremos esforzándonos y fomentando el despliegue de mujeres, no solo para cumplir las metas de participación femenina, sino porque ellas tienen derecho a contribuir al servicio de su nación y de la OTAN.No obstante, debemos tener cuidado de no supeditar la eficacia del plan solo a la paridad. Aunque la mayor diversidad y los conjuntos de habilidades más amplios se pueden vincular a una mejor toma de decisiones, planificación y resultados, las cifras no bastan. Solo si equilibramos los problemas de paridad y participación, será posible aplicar con eficiencia y eficacia esa igualdad.Los Principios de Vancouver resaltan "los roles distintos y fundamentales de hombres y mujeres en la protección infantil y la prevención del reclutamiento y uso de niños soldados".[2] Aun así, debemos tener cuidado de no suponer que las mujeres son inherentemente idóneas para labores de protección infantil, pues estas suposiciones no solo son inexactas sino que peligrosamente esencialistas. Es necesario concentrar la atención en la dimensión de género de las medidas de respuesta para proteger a los niños. ¿En qué medida las perspectivas de género pueden optimizar el marco político sobre niños y conflicto armado, así como la respuesta operativa de prevención y protección?El Principio de Vancouver 11 ofrece una base política importante para avanzar. Mientras preparamos el camino para los próximos veinte años, debemos seguir haciendo nuestra parte para garantizar una paz duradera para todos.[1] Actualmente, existen diez resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sobre MPS, UNSCRS 1325 (2000), 1820 (2008), 1888(2009) 1889 (2009), 1960 (2010), 2106 (2013), 2122 (2013), 2242 (2015), 2467 (2019), 2493 (2019) [2] Los Principios de Vancouver sobre Mantenimiento de la Paz y Prevención del Reclutamiento y Uso de Niños Soldados 2017 ; Clare Hutchinson est la représentante spéciale du secrétaire général de l'OTAN pour les femmes, la paix et la sécuritéLe 31 octobre 2000, le Conseil de sécurité des Nations Unies a adopté à l'unanimité la Résolution 1325 sur les femmes, la paix et la sécurité. Pour la première fois dans l'histoire des Nations Unies, les préoccupations des femmes en matière de paix et de sécurité ont été formellement discutées et reconnues au sein du Conseil de sécurité. La Résolution 1325 reconnaît l'impact disproportionné et particulier des conflits armés sur les femmes et souligne la nécessité d'une pleine participation des femmes en tant qu'agentes actives de la paix et de la sécurité.S'appuyant sur les résolutions antérieures du Conseil de sécurité des Nations Unies sur les enfants face aux conflits armés et sur la protection des civils, la Résolution 1325 était révolutionnaire, attirant l'attention du monde entier sur l'impact disproportionné des conflits sur les femmes et les filles.La RCSNU 1325 est un outil politique et opérationnel qui a modifié la conceptualisation de la sécurité et recadré la question des droits des femmes dans cet espace. Ses trois piliers, à savoir la prévention, la protection et la participation, restent le fondement du programme « Femmes, paix et sécurité » et, à ce titre, exigent que tous les acteurs reconnaissent l'impact différent des conflits armés sur les femmes et les filles, ce à quoi la communauté mondiale peut trouver des remèdes concrets avec et pour les femmes.Au fur et à mesure que les résolutions des Nations Unies sur les femmes, la paix et la sécurité ont évoluées[1], ont pris de l'ampleur et se sont multipliées, il est également reconnu que les acteurs dits « marginaux » tels que les femmes ne sont plus à la périphérie. Le programme « Femmes, paix et sécurité » reconnaît collectivement que les femmes ne sont pas seulement des victimes dans les conflits, souvent soumises à des brutalités odieuses et marginalisées politiquement et économiquement, mais qu'elles représentent aussi jusqu'à 30 % des combattants dans de nombreux conflits et sont parfois activement engagées dans des organisations terroristes. Le rôle des femmes dans les conflits, comme celui des hommes, est complexe et multiple, et il convient d'appliquer une optique sexospécifique à l'ensemble du cycle du conflit, sans préconceptions.En novembre 2017, le Canada a lancé Les Principes de Vancouver sur le maintien de la paix et la prévention du recrutement et de l'utilisation d'enfants-soldats. Les Principes sont un ensemble de 17 engagements politiques axés sur la protection des enfants dans le cadre du maintien de la paix, mais ils reconnaissent aussi explicitement la contribution des femmes au maintien de la paix et les rôles essentiels qu'elles peuvent jouer dans la protection des enfants.Au cours des dernières années, l'attention portée à l'absence des femmes dans les opérations de paix est devenue centrale. Les discussions, les initiatives et les activités se sont multipliées pour mettre l'accent sur la parité entre les sexes et l'augmentation du nombre de femmes, tant parmi les soldats de la paix en uniforme que parmi les civils.Pour les organisations internationales, y compris l'OTAN, cela a conduit à demander qu'une attention accrue soit accordée au recrutement et au maintien en poste des femmes dans les forces nationales, comme base de l'efficacité opérationnelle. L'objectif des Nations Unies pour 2028 est de 15 % de femmes dans les contingents militaires. Actuellement, l'OTAN est en avance sur la moyenne mondiale, puisque les femmes représentent 12 % des forces de l'OTAN. Cependant, il faut en faire plus. La stratégie de l'OTAN a consisté à encourager nos pays à démanteler les obstacles qui s'opposent à la pleine participation des femmes aux forces de l'Alliance et aux forces nationales. Nous continuerons à promouvoir et à encourager le déploiement de femmes, non pas parce qu'elles sont des femmes qui permettent d'atteindre des objectifs, mais parce qu'elles ont le droit de contribuer au service de leur pays et de l'OTAN.Nous devrions toutefois être prudents quant à la possibilité de faire reposer l'efficacité du programme sur la seule parité. Si une plus grande diversité et un éventail de compétences élargi peuvent être liés à une amélioration de la prise de décision, de la planification et des résultats, les chiffres ne suffisent pas. Ce n'est qu'en équilibrant les questions de parité et de participation que l'égalité peut être mise en œuvre de manière efficace et réelle.Les Principes de Vancouver soulignent les « rôles distincts et cruciaux que jouent les hommes et les femmes dans la protection des enfants et la prévention du recrutement et de l'utilisation d'enfants-soldats[2] ». Cependant, nous devons faire attention à ne pas présumer que les femmes sont naturellement douées pour les tâches de protection des enfants, des présomptions qui sont à la fois inexactes et dangereusement essentialistes. Il convient d'accorder une attention particulière à la dimension sexuée des réponses apportées à la protection de l'enfance. Dans quelle mesure les perspectives sexospécifiques peuvent-elles améliorer le cadre politique sur les enfants et les conflits armés, et la réponse opérationnelle en matière de prévention et de protection ?Le Principe 11 de Vancouver fournit une base politique importante pour aller de l'avant. Alors que nous traçons la voie vers les vingt prochaines années, nous devons tous continuer à faire notre part pour renforcer à la fois la parité et la participation, afin de garantir une paix durable pour tous. [1] Il existe actuellement dix résolutions du Conseil de sécurité des Nations Unies sur les femmes, la paix et la sécurité, à savoir les résolutions 1325 (2000), 1820 (2008), 1888 (2009), 1889 (2009), 1960 (2010), 2106 (2013), 2122 (2013), 2242 (2015), 2467 (2019) et 2493 (2019).[2] Les Principes de Vancouver sur le maintien de la paix et la prévention du recrutement et de l'utilisation d'enfants-soldats, 2017